Durante la Revolución Mexicana la ciudad de Zacatecas fue escenario de una de las batallas más importantes que libró la División del Norte, dirigida por el general Francisco Villa, en contra del Ejército Federal (junio de 1914). Su trascendencia se debió a que con la caída de esta plaza, los villistas lograron despejar de enemigos el camino a la ciudad de México. Éxito rotundo para los revolucionarios que acrecentó aún más la fama del Centauro del Norte, porque también ahí se derrotó a los oficiales más destacados de las tropas huertistas.
Un elemento clave para esta victoria fue, sin duda, la estrategia que se diseńó para apoderarse de una población, en la que el enemigo había ocupado ya las mejores posiciones para defenderse.
Refugio de generales derrotados
Los militares federales habían estado combatiendo al ejército de Villa por varios meses sin lograr derrotarlo. De hecho, huían de estas tropas rebeldes que ya tenían el control del estado de Chihuahua y de la parte sur de Coahuila, razón por la cual se refugiaron en la capital de Zacatecas. Era una ciudad segura por estar ubicada en la sierra y, por tanto, rodeada de cerros, de difícil acceso para un asalto frontal. Los federales intentaban recuperarse moral y físicamente de las diversas pérdidas sufridas a manos de los villistas.
Aquí se concentraron diversos generales para reorganizarse y continuar, posteriormente, los combates contra los revolucionarios, pero éstos avanzaron para atacar dicha ciudad. Sus habitantes esperaban con temor el arribo de los sublevados.
El ejército que apoyaba al presidente Huerta empezó los preparativos para recibir a sus rivales. Colocó a sus artilleros en los cerros más altos que bordean la población -conocidos como El Grillo y La Bufa-, para que con sus cańones impidieran el avance de los villistas sobre los mismos. Estos emplazamientos elevados para los cańones eran pieza clave para la defensa. La situación no iba a ser fácil para los revolucionarios, porque con el enemigo cazándolos desde las alturas eran prácticamente un blanco seguro.
Los federales tuvieron oportunidad de comprobar la efectividad de esta decisión antes de enfrentar a las tropas del Centauro, ya que en los primeros días de junio de 1914 lograron derrotar en dos ocasiones a las tropas revolucionarias de Pánfilo Natera, quien había sido enviado por Venustiano Carranza para tomar la ciudad. En virtud de ese fracaso, las tropas del general Villa avanzaron hacia Zacatecas para enfrentar a los militares refugiados.
La necesidad de una nueva estrategia
Antes, las diferentes batallas enfrentadas -y ganadas también- en Chihuahua por la División del Norte, fueron por lo regular sobre terreno más o menos plano, lo que permitió que la táctica utilizada con mayor eficacia por Villa consistiera en las cargas de caballería. Era común que iniciara así sus acometidas, pero en esta ocasión el tipo de terreno era otro y, de no variar su manera de atacar, era previsible un gran número de bajas o posiblemente el fracaso.
El Centauro comprendió que en este caso se requería otro tipo de maniobra, y por ello encargó su diseńo al general Felipe Ángeles, militar de profesión y especialista en artillería. Lo primero que hizo el colaborador de Villa fue un recorrido por la zona, acompańado del general Natera, quien conocía muy bien la región, para examinar el terreno en que se libraría el combate, observar las posiciones donde estaban colocados los cańones del enemigo y con esto poder planear el contraataque.
Para neutralizar los cańones enemigos ubicados en los cerros ideó una táctica de engańo. Desplegó su artillería de manera provisional -simulando que desde ahí dispararía-para luego, durante la noche previa a la batalla, establecerla en posición definitiva y sorprender a la fuerza rival. Después de cada cańonazo, la infantería avanzaría sobre los cerros en sincronía exacta para evitar bajas por fuego “amigo”. La toma del Grillo y La Bufa eran el principal objetivo y, para que el resultado fuera exitoso, la coordinación entre ambas fuerzas era importante.
El resto de las tropas -la caballería- rodearían la ciudad y atacarían por todos los frentes al mismo tiempo. También, para asegurar que ningún federal escapara, bloquearon los caminos que conectaban con otras poblaciones. Las tropas del gobierno quedaron completamente cercadas, sus opciones inevitables serían: vencer o morir, porque la huida era prácticamente imposible.
El 23 de junio de 1914 inició el combate con enfrentamientos por todos lados. Avance de los de a pie e intercambio de cańonazos entre los cerros que, al paso de las horas, quedaron en manos de los revolucionarios. Los federales se refugiaron inútilmente en la ciudad, porque hasta ahí llegaron los villistas para culminar la obra.
El resultado de la batalla
Esta acción militar marcó el inicio de la caída del presidente usurpador Victoriano Huerta, quien al considerar inminente el arribo de los revolucionarios a la ciudad de México, decidió renunciar y salir del país en julio de 1914.
Las tropas del general Villa no pudieron llegar ese ańo a la capital de la República, ya que entre Venustiano Carranza y el Centauro de Norte se habían generado serias diferencias debido a la independencia con que éste último manejaba las tropas y los recursos en las zonas que iba liberando de federales.
Los villistas tuvieron que regresar hacia Torreón para iniciar pláticas con el dirigente del movimiento revolucionario a nivel nacional.
La Toma de Zacatecas en la memoria
La tradición popular rescató las hazańas de sus héroes a través de los corridos, en este caso por medio del “Corrido de la Toma de Zacatecas” (Anónimo),
Un elemento clave para esta victoria fue, sin duda, la estrategia que se diseńó para apoderarse de una población, en la que el enemigo había ocupado ya las mejores posiciones para defenderse.
Refugio de generales derrotados
Los militares federales habían estado combatiendo al ejército de Villa por varios meses sin lograr derrotarlo. De hecho, huían de estas tropas rebeldes que ya tenían el control del estado de Chihuahua y de la parte sur de Coahuila, razón por la cual se refugiaron en la capital de Zacatecas. Era una ciudad segura por estar ubicada en la sierra y, por tanto, rodeada de cerros, de difícil acceso para un asalto frontal. Los federales intentaban recuperarse moral y físicamente de las diversas pérdidas sufridas a manos de los villistas.
Aquí se concentraron diversos generales para reorganizarse y continuar, posteriormente, los combates contra los revolucionarios, pero éstos avanzaron para atacar dicha ciudad. Sus habitantes esperaban con temor el arribo de los sublevados.
El ejército que apoyaba al presidente Huerta empezó los preparativos para recibir a sus rivales. Colocó a sus artilleros en los cerros más altos que bordean la población -conocidos como El Grillo y La Bufa-, para que con sus cańones impidieran el avance de los villistas sobre los mismos. Estos emplazamientos elevados para los cańones eran pieza clave para la defensa. La situación no iba a ser fácil para los revolucionarios, porque con el enemigo cazándolos desde las alturas eran prácticamente un blanco seguro.
Los federales tuvieron oportunidad de comprobar la efectividad de esta decisión antes de enfrentar a las tropas del Centauro, ya que en los primeros días de junio de 1914 lograron derrotar en dos ocasiones a las tropas revolucionarias de Pánfilo Natera, quien había sido enviado por Venustiano Carranza para tomar la ciudad. En virtud de ese fracaso, las tropas del general Villa avanzaron hacia Zacatecas para enfrentar a los militares refugiados.
La necesidad de una nueva estrategia
Antes, las diferentes batallas enfrentadas -y ganadas también- en Chihuahua por la División del Norte, fueron por lo regular sobre terreno más o menos plano, lo que permitió que la táctica utilizada con mayor eficacia por Villa consistiera en las cargas de caballería. Era común que iniciara así sus acometidas, pero en esta ocasión el tipo de terreno era otro y, de no variar su manera de atacar, era previsible un gran número de bajas o posiblemente el fracaso.
El Centauro comprendió que en este caso se requería otro tipo de maniobra, y por ello encargó su diseńo al general Felipe Ángeles, militar de profesión y especialista en artillería. Lo primero que hizo el colaborador de Villa fue un recorrido por la zona, acompańado del general Natera, quien conocía muy bien la región, para examinar el terreno en que se libraría el combate, observar las posiciones donde estaban colocados los cańones del enemigo y con esto poder planear el contraataque.
Para neutralizar los cańones enemigos ubicados en los cerros ideó una táctica de engańo. Desplegó su artillería de manera provisional -simulando que desde ahí dispararía-para luego, durante la noche previa a la batalla, establecerla en posición definitiva y sorprender a la fuerza rival. Después de cada cańonazo, la infantería avanzaría sobre los cerros en sincronía exacta para evitar bajas por fuego “amigo”. La toma del Grillo y La Bufa eran el principal objetivo y, para que el resultado fuera exitoso, la coordinación entre ambas fuerzas era importante.
El resto de las tropas -la caballería- rodearían la ciudad y atacarían por todos los frentes al mismo tiempo. También, para asegurar que ningún federal escapara, bloquearon los caminos que conectaban con otras poblaciones. Las tropas del gobierno quedaron completamente cercadas, sus opciones inevitables serían: vencer o morir, porque la huida era prácticamente imposible.
El 23 de junio de 1914 inició el combate con enfrentamientos por todos lados. Avance de los de a pie e intercambio de cańonazos entre los cerros que, al paso de las horas, quedaron en manos de los revolucionarios. Los federales se refugiaron inútilmente en la ciudad, porque hasta ahí llegaron los villistas para culminar la obra.
El resultado de la batalla
Esta acción militar marcó el inicio de la caída del presidente usurpador Victoriano Huerta, quien al considerar inminente el arribo de los revolucionarios a la ciudad de México, decidió renunciar y salir del país en julio de 1914.
Las tropas del general Villa no pudieron llegar ese ańo a la capital de la República, ya que entre Venustiano Carranza y el Centauro de Norte se habían generado serias diferencias debido a la independencia con que éste último manejaba las tropas y los recursos en las zonas que iba liberando de federales.
Los villistas tuvieron que regresar hacia Torreón para iniciar pláticas con el dirigente del movimiento revolucionario a nivel nacional.
La Toma de Zacatecas en la memoria
La tradición popular rescató las hazańas de sus héroes a través de los corridos, en este caso por medio del “Corrido de la Toma de Zacatecas” (Anónimo),
No hay comentarios.:
Publicar un comentario